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miércoles, 16 de octubre de 2013

Ese lugar llamado paraíso

Una risa por aquí. Otra risa por allá. Ese amor que siento cuando pienso en ti. Eres tú la razón por la que consigo escuchar canciones románticas sin aburrirme. El que hace que mis ojos se cierren lentamente, sintiendo lo que es el paraíso. Construyendo un lugar en el que  no existen las distancias.
Y aún con los ojos cerrados, rememoro cómo besaste mi boca, cómo acariciaste cada milímetro de mi piel. Cómo me llamaste cosita al oído. Cómo hicimos el amor anoche, complaciéndonos mutuamente.
Mantengo los ojos cerrados y te pienso. Te pienso como a esa persona tan maravillosa que eres. Y de repente, siento como mi boca encuentra la tuya, cómo nuestros labios se rozan. Y me entrego totalmente a ese beso, sin abrir los ojos. Siento mi ropa impregnada de tu olor al concluir el beso, y despacito, abro los ojos. Y lo primero que veo son tus ojitos, tan dulces y bonitos. Tu rostro, iluminado por tu sonrisa. Y suspiro feliz. Ahora te tengo a mi lado, ya no te añoro desesperadamente como lo hice una vez. porque sé que ahora, tú y yo estaremos juntos.
Y mientras pienso todo eso, tus brazos me rodean suavemente, envolviéndonos en un cálido abrazo. Quedándonos dormidos, transportándonos a ese lugar llamado paraíso.

sábado, 12 de octubre de 2013

Adiós

Si un día sale el sol, por favor, sal y disfruta. Cualquiera de estos días puede ser tu último. Disfruta de la vida antes de que sea tarde. Aprovecha. Porque un día puede que todo tu mundo se desmorone. Que te digan que nunca más volverás a verle. Disfruta con las personas a las que quieres. Salta. Brinca. Ríe. Grita lo feliz que eres, y no dejes que las lágrimas se adueñen de ti.
Un día llegará su hora, y tú no podrás evitarlo. Y entonces, y solo entonces, tendrás una verdadera razón para llorar. Para echarlo de menos, y hablarle en la oscuridad. Con los ojos cerrados, pero sin evitar que las lágrimas empapen tu rostro. Para contarle con pelos y señales todo lo que has hecho durante el día, y cuantas veces has pensado en él. Para que una sonrisa se dibuje en tu rostro cuando le hables del otro él. Ya no tendrás excusa para ocultarle nada. Porque él es parte de ti. Y conoce todos tus secretos. Y sabes que no se los revelará a nadie más. Porque no puede.
Tu corazón se encogerá y dilatará al mismo tiempo. Será una sensación frustrante. Y un día se te secaran las lágrimas entre tanto dolor. Entre tanto apoyo. Y continuaras haciendo tu vida y sonriendo. Pero eso sí, echándolo siempre de menos.
Y otro día, tocarás sus cenizas. Pasarán entre tus dedos. Sentirás su beso en tu mejilla, y volverás a llorar. Pero esta vez, sin convulsiones. Sin desesperaciones. Simplemente, con dolor y pesar. Verás como sus cenizas son mezcladas con la tierra de la montaña. Esa montaña que tanto amaba él. Y te acercarás lentamente. Y dejarás cuatro rosas, con todo el cariño del mundo, mientras los demás observan con lágrimas en los ojos. Pero con una sonrisa. Porque él estará donde siempre quiso. Y tú le dedicaras tu última mirada, deseando que el pueda sentirla.
Tú habrás perdido un padre. La carretera, la rueda de un camión, te arrebatarán a tu padre. Y tú, con tan solo dieciséis años, apoyarás a tu madre, a tu hermano. Y tendrás que consolar a los amigos de tu padre. Pero eso sí, ellos también te apoyarán, te ayudarán y te consolarán.
Daréis el último adiós todos juntos. Y lo recordaréis como la persona que os enseñó a disfrutar de la vida.
Viviréis para conseguir lo que él no pudo. Y lo conseguiréis. Y él estará orgulloso.
Una forma de decir adiós a un padre llamado Iñaki, fallecido a los 49 años de edad. Una forma de decir adiós a un padre que fue feliz disfrutando de la vida, de sus hijos, de su mujer, y de sus amigos. Una forma de decir adiós a un padre que lo fue todo para su hija.
Adiós aita. Te echaremos de menos.


sábado, 5 de octubre de 2013

Cosa de dos

Le pesan los ojos. Los cierra, y no quieren abrirse. La boca se le abre, y un profundo bostezo emerge. Siente como una agradable sensación se adueña de ella. Los ojos le lagrimean sutilmente, y se los frota con las manos. La música la apacigua, y sus ritmos rápidos y fuertes, hacen lo que nunca nadie habría imaginado: relajarla. Contribuir en su profundo sueño.
Ya no tiene fuerzas para abrir los ojos. Empieza a imaginarse cosas bonitas. Pétalos de rosas que caen lentamente. Plumas que acarician su piel, y que por primera vez no le hacen cosquillas. Ondulante agua bajo sus pies. Caricias en sus labios. Aromas dulces y frutales. Suaves brisas que susurran a sus oídos. Gratificantes balanceos. Interpretado silencio. Oscuridad salpicada por débiles rayos.
Y lo ve a él. Un chico más. A primera vista, nadie especial. Pero solo ella sabe quien es en realidad. Su alma gemela.
Nunca imaginó que acabaría diciendo esto, pero esa persona que tantos motes tiene para ella la tiene fascinada. Esa forma tan especial que tiene para llamarle mi cosita. Mi peque. Mi bonita. Es suya, pero él no es suyo. Él es de muchas chicas, de muchas chicas pasajeras. Pero ella siempre estará a su lado. Disfrutará de él, disfrutará con él. Y él seguirá llamándole esas cosas que tanto le gustan. Seguirá derritiendo ese bombón de licor barato que es ella. Seguirá vacilándole, deseando estar bajo las mismas sábanas que ella, susurrándole al oído lo mucho que la quiere. Lo importante que es para ella. Deseando que ella comprenda que aunque quiera a otras mujeres, ella es la más importante de todas. Que va contra su naturaleza ser de tan solo una mujer.
Pero él no sabe que ella ya sabe todo eso, y que lo acepta. De que ella no necesita nada más, que ya está satisfecha. Él la quiere, la escucha, la mima, le abraza, le besa, le sonríe, le chincha, le hace cosquillas. La contempla con esos ojos oscuros, tan impenetrables para las personas, excepto para ella. No necesita nada más, ella es feliz.
Y los dos ríen juntos, se miran a los ojos y sonríen, se reconfortan el uno al otro. Hablan durante horas sin cansarse. Se ruborizan cuando sus manos se juntan de imprevisto.Pero ninguno de los dos dice nada acerca de ello. No hace falta. Los dos saben que sin el otro, no son nada. Porque por algo son lo que se llama almas gemelas. Porque no encontrarían a nadie más que aceptase esa situación. Nadie más quien los quisiera tan incondicionalmente. Nadie más a quien querer tan incondicionalmente.
Ellos son dos. Y se quieren más de lo que piensan. Se aman.


Universo

No puedo más con esta sensación de inquietud. Con esa fascinación que tengo en el cuerpo. Pero sé que no tiene solución. Nuestro cuerpo, hecho de polvo de estrellas. Polvo de estrellas procedentes de intrigantes nebulosas. Los pelos de punta, con el corazón dando tumbos irregulares. El concepto del tiempo y la velocidad. De que todo está hecho de polvo de estrellas, de que todos somos iguales.
Peor aún así, no somos compatibles con cualquiera. Puede que la respuesta a esa extraña cuestión sea tan sencilla como hallar a ese o esos individuos idóneos, provenientes del polvo de la misma estrella que uno mismo.
Respirar el mismo aire brillante e impoluto, tan puro como el agua cristalina libre de perturbaciones, transparente y fresca. Y gracias a eso, despejarnos la mente e intentar encontrar la felicidad, ese bien tan ansiado por muchos. Pero, ¿qué es la felicidad? Cada uno respondería a eso de manera diferente, miles y miles de respuestas: el agradable abrazo de esa persona, la calma que nos invade al cerrar los ojos en un sitio tranquilo, el agua acariciando nuestra piel, correr y correr sin nunca para, soñar con los ojos abiertos, estar rodeado de la gente a la que quieres, beber un café con leche humeante...
Pero si nos fijamos atentamente, nos daremos cuenta de que son solo eso, momentos.
Porque... para que haya momentos felices, ¿no deben de haber momentos no tan felices?