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sábado, 12 de octubre de 2013

Adiós

Si un día sale el sol, por favor, sal y disfruta. Cualquiera de estos días puede ser tu último. Disfruta de la vida antes de que sea tarde. Aprovecha. Porque un día puede que todo tu mundo se desmorone. Que te digan que nunca más volverás a verle. Disfruta con las personas a las que quieres. Salta. Brinca. Ríe. Grita lo feliz que eres, y no dejes que las lágrimas se adueñen de ti.
Un día llegará su hora, y tú no podrás evitarlo. Y entonces, y solo entonces, tendrás una verdadera razón para llorar. Para echarlo de menos, y hablarle en la oscuridad. Con los ojos cerrados, pero sin evitar que las lágrimas empapen tu rostro. Para contarle con pelos y señales todo lo que has hecho durante el día, y cuantas veces has pensado en él. Para que una sonrisa se dibuje en tu rostro cuando le hables del otro él. Ya no tendrás excusa para ocultarle nada. Porque él es parte de ti. Y conoce todos tus secretos. Y sabes que no se los revelará a nadie más. Porque no puede.
Tu corazón se encogerá y dilatará al mismo tiempo. Será una sensación frustrante. Y un día se te secaran las lágrimas entre tanto dolor. Entre tanto apoyo. Y continuaras haciendo tu vida y sonriendo. Pero eso sí, echándolo siempre de menos.
Y otro día, tocarás sus cenizas. Pasarán entre tus dedos. Sentirás su beso en tu mejilla, y volverás a llorar. Pero esta vez, sin convulsiones. Sin desesperaciones. Simplemente, con dolor y pesar. Verás como sus cenizas son mezcladas con la tierra de la montaña. Esa montaña que tanto amaba él. Y te acercarás lentamente. Y dejarás cuatro rosas, con todo el cariño del mundo, mientras los demás observan con lágrimas en los ojos. Pero con una sonrisa. Porque él estará donde siempre quiso. Y tú le dedicaras tu última mirada, deseando que el pueda sentirla.
Tú habrás perdido un padre. La carretera, la rueda de un camión, te arrebatarán a tu padre. Y tú, con tan solo dieciséis años, apoyarás a tu madre, a tu hermano. Y tendrás que consolar a los amigos de tu padre. Pero eso sí, ellos también te apoyarán, te ayudarán y te consolarán.
Daréis el último adiós todos juntos. Y lo recordaréis como la persona que os enseñó a disfrutar de la vida.
Viviréis para conseguir lo que él no pudo. Y lo conseguiréis. Y él estará orgulloso.
Una forma de decir adiós a un padre llamado Iñaki, fallecido a los 49 años de edad. Una forma de decir adiós a un padre que fue feliz disfrutando de la vida, de sus hijos, de su mujer, y de sus amigos. Una forma de decir adiós a un padre que lo fue todo para su hija.
Adiós aita. Te echaremos de menos.


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