Una situación en la que no hay nada de fondo y en la que la sensación de flotar en agua destilada, insípida e incolora, me lleve a realizar cada uno de mis actos como si de una autómata me tratase. Vivir condenada no tener pasión, a no querer soñar.
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lunes, 15 de junio de 2015
Condena
A pesar de todo la salinidad de mis lágrimas habla por sí sola. No saber si los demás sienten y piensan de la misma manera, o si en realidad me alejo de lo común. Arraigar mi ideología cada vez más en el existencialismo. Privar mi vida de todo tipo de sinfonía. Privarla de todo tipo de color. Ni rojos, ni verdes, ni azules. Ni siquiera blanco o negro. Un vacío absoluto. Ser incapaz de derramar pensamientos a través del llanto. No sentir ni frío ni calor. Describir una situación en la que la nada se superponga a todo. Crear paradojas que se internen entre las suaves capas del vacío. Intentar despertar. Sentir que el tiempo se divide. Que todo fluye interrumpidamente. Observar el abismo que hay entre dos sucesos adyacentes. recordar el segundo anterior. Focalizar algo para encontrarnos ante una pantalla borrosa. Limitarnos a conocer lo que nuestros propios ojos ven. Sin poder imaginar qué es lo que continúa, o qué es lo que hay detrás. Saber que hay alguien a nuestro lado pero no percibir su presencia. Cerrar los ojos y desaparecer en la tenue brisa.
Implosión
Se me cierran los ojos y no puedo abrirlos. Y así, en una profunda oscuridad y un incesante retumbar en mis oídos, busco la sutileza y el arte de leer entre líneas.No quiero abrir los ojos nunca más. No quiero dejar de sentir lo que siento. La temperatura es tan agradable que tengo pavor de alejarme y olvidar el dulce sabor que siento ahora. No quiero dejar a un lado el suave tacto que me hipnotiza lentamente. No quiero dejar de lado la cálida humedad, provocando así un irremediable temblor sobre mis labios. Quiero mantener este estado de leve cosquilleo de por vida, incluso más que de por vida. Quiero morir y seguir sintiendo esta sensación tan maravillosa.
No existe el hastío, todo está perfectamente sincronizado. El tiempo es eterno, y el silencio infinito. Las vibraciones incesantes y la calma inagotable. Todo es perfecto, nada imperfecto.
No sé cómo se puede sentir que todo da vueltas enfrentándose uno a una completa oscuridad. No sé cómo lo claro se mezcla con lo oscuro, sin derivar en tonos entremedios. Lo único que sé es que adoro esta implosión de sensaciones que repiquetea en cada rincón de mi cuerpo, mi mente y mi alma.
En este estado, la armonía es inevitable, lo cual me lleva a pensar que el ingrediente secreto de la vida, ese que lo coordina todo, es el amor.
No existe el hastío, todo está perfectamente sincronizado. El tiempo es eterno, y el silencio infinito. Las vibraciones incesantes y la calma inagotable. Todo es perfecto, nada imperfecto.
No sé cómo se puede sentir que todo da vueltas enfrentándose uno a una completa oscuridad. No sé cómo lo claro se mezcla con lo oscuro, sin derivar en tonos entremedios. Lo único que sé es que adoro esta implosión de sensaciones que repiquetea en cada rincón de mi cuerpo, mi mente y mi alma.
En este estado, la armonía es inevitable, lo cual me lleva a pensar que el ingrediente secreto de la vida, ese que lo coordina todo, es el amor.
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