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miércoles, 29 de enero de 2014

Mientras haya viento.

Escribo y luego pienso. Escribo y luego suspiro. Escribo y luego sueño.
Sueño cosas extrañas. Sueño cosas bonitas. Sueño cosas desesperadamente bonitas. Sueño que vuelvo a oír tu voz, aunque me cueste reconocerla. Sueño que entre lágrimas y ojos rojos,y conversación en mano, evoco un estado que solamente una vez experimenté. Ya no todo es tan bonito. Corro y chillo. Grito tu nombre. Suplico tu vuelta. Pero ambos sabemos que esa vuelta es imposible. Esa vuelta antes de la ida. Porque tú estas al otro lado de la línea, casi en mi misma situación. Te veo como nunca antes te vi. Se me parte el corazón. No hay remedio para lo que va a pasar. No hay solución. Sabes que nunca volverás a vernos. Todo tu amor se derrama por tus ojos. Tus ganas, nuestras ganas de volver a vernos son fuertemente aplacadas por el destino. Mis desesperados "te quiero"s, uno detrás de otro, esos que me dejan sin respiración, esos que me abruman, y que son la ultima gota de esperanza, hacen que la sucia aceptación sea dudosa, por un instante. Luego, vuelve el sucumbimiento y la frustración.
Y entre sábanas, mis lágrimas reales mojan la almohada. Ha sido todo tan real. He vuelto a escuchar tu voz Aita. Te he vuelto a ver. Porque por mucho que te sienta a diario, es imposible verte. Cada vez que el viento corre te siento Aita.
 El pelo revolviendo mi cabello, eres tú. El viento acariciando mis brazos, eres tú. El viento susurrando a mi oído, eres tú. Te has ido, pero no del todo.
Mientras haya viento, estarás a mi lado. Mientras haya viento, seguiré sintiéndote. Mientras haya viento, seguirás hablándome. Mientras haya viento, habrá Aita.

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