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viernes, 6 de septiembre de 2013

Suspiros

Todos nos enamoramos alguna que otra vez. Es difícil cerrarle las puertas al amor. Y es que cuando uno está enamorado, suspira muy a menudo. Un abrazo de esa persona es mucho mejor que cualquier beso. Te llena de amor de tal manera que se te corta la respiración y notas como tu mente es invadida por una dulce bruma como lo es el algodón de azúcar. Una cálida sensación se apodera de cada extremidad de tu cuerpo. Tus ojos se cierran inconscientemente para disfrutar del momento y notas como la otra persona acaricia tu piel, haciendo que agradables escalofríos surjan en ella.
Una vez hayas sentido todo esto, ya no hay vuelta atrás. Porque te has enamorado y una tonta sonrisa se resiste a toda costa a borrarse de tu cara.
Y lentamente buscas los labios de la otra persona para saborearlos como nunca antes.
A mitad del beso, la sonrisa tonta renace, contemplas los profundos ojos de la otra persona, bajas la mirada a su boca y la acaricias con tus propios labios. Mordisqueas el labio inferior como muestra de cariño, y suspiras en secreto.

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